La cima es de Roca














[Artículo publicado en El Periódico el martes 30 de abril del 2012]
La cima es de Roca. De Joan, de Josep y de Jordi. Ha sido una cordada larga y difícil, de siete años, que fue cuando entraron en la lista The World's 50 Best Restaurants, tirando un hermano del otro, dándose ánimos, alzando piolets y tensando cuerdas. Y, por fin, en uno de los 30 días de sol limpio que tiene Londres al año, han llegado a lo más alto. Los primeros del mundo. Number one, que en inglés es más corto y contundente. El trofeo vuelve a manos catalanas, después de que Ferran Adrià y el mito de El Bulli lo cedieran a los daneses, al Noma de René Redzepi, que intercambia la posición con los de Girona.Vikingos bajan, almogàvers suben.
Es justo, es emocionante, da valor a una lista en una cierta parálisis, favorable a vascos y catalanes. Este año ha habido meneo, meneíto, del que se escuchará poca queja, o el mismo rebuzno de los de siempre. 
Mugaritz, de Andoni Luis Aduriz, cuarto, y Arzak, de Juan Mari y Elena Arzak, octavos. Increíble. Los duracel. Una noticia espumeante en días de depresión socioeconómica, intuyendo el beneficio que los currantes de la gastronomía y la alimentación pueden sacar de este éxito.
Venid, turistas; viajad, gastad, comed, conoced a este y aquel. Porque cuando el turismo está en ruta va de lo alto a lo bajo, salpimentándolo todo.
En cuanto Joan supo el resultado, junto a sus hermanos, Josep y Jordi, que por la mañana habían presentado la ópera gastro El Somni a la prensa internacional, entendió que algo ya había acabado: no debía preocuparse más por ser el número uno.
Porque lo era.
Y cuando en un futuro cediera el cetro de metacrilato, daría igual.
Porque había llegado.
Atribulado, conmovido, intentó centrarse: «Siento responsabilidad. Es magnífico. Magnífico. Pienso en mis hermanos, la familia, el equipo. Es un premio que comparto con ellos, que comparto con los cocineros. Será bueno para todos, dará confianza. Es el mérito de la cocina tecnoemocional».
Londres con sol es dos veces Londres. Desde el sábado, la Internacional de la Cocina iba aterrizando, algunos desde aeropuertos lejanos y pingüinos.
Se esperaba a 49 de los 50 convocados, que pagaban sus propios gastos, lo que era un chollo y una bendición para los organizadores. La cocina siempre paga, y cobra. ¿Quién era ese desclasado de entre los 50 que se negaba a enseñar el morro? El áspero Alain Ducasse se presentó en un vídeo para ser reconocido con el premio a toda una vida, que sonaba a bolero.
La actividades paralelas antes de la cita en la explanada empedrada del Guildhall, un armazón histórico para contener a la cocina contemporánea, eran intensas.
 En Viajante, una de las casas de referencia de la metrópoli, enseñaba su cocina viajera el peruano Gastón Acurio (con un remonte espectacular, en la plaza 14, apuntando a los 10 primeros).
Albert Adrià, comprometido con Perú en el recién abierto Pakta (y que con Tíckets se colaba en el puesto 77, barceloneando), presentaba con otros astros del Planeta Cocina el libro Cook it Raw. ¿Lo tenemos crudo? O cocido, como esos escandinavos de fiesta en The Malt House.
Acercarse a comer o cenar al Dinner (una incomprensible séptima plaza), el restaurante de Heston Blumenthal en el Hotel Mandarin, era encontrarse con algunos aristochefs como Rasmus Kofoed (45º), llegado de Copenhague, o Seiji Yamamoto (22º), de Tokio.
Gente con el jet lag en los riñones. La verdad es que la cena, con la famosa mandarina rellena con fuagrás, era un poco oscura: comías a tientas.
La jugada maestra era implicar a tantos notables, y gratis. Votaban 900 personas divididas en 26 zonas (¡cómo crece la familia, el año pasado eran 800!), que reunían 6.552 votos.
En la p, por ejemplo, Paul Bocuse, 87 años, alguien que debería estar retirado de la farándula pero que, como todos, quería estar y quería influir. No hay chef de relumbre que no esté en el jurado. ¿Pueden otras organizaciones competir con ese generalato?
Por si las moscas, el entrechocar de copas se sucedía.
«Por lo que pueda pasar. Somos unos privilegiados por estar aquí. Hay muchas razones para ser felices», decían el mayor de los Roca y Andoni.
Este llevaba 8 años entre los 10 primeros: «¿Es imaginable una década ahí? Es lo que me gustaría que sucediera».
Para Quique Dacosta, el 10 también era un buen número: «Subir 10 posiciones». Se equivocó Quique: el salto fue de pértiga; ascendió 14.
 Elena y Juan Mari Arzak estaban más contentos que Elkano al volver a casa tras dar la vuelta al mundo: «Es inimaginable seguir ahí». Para completar el quinteto, Víctor Arginzoniz, del Asador Etxebarri (44), el hombre de fuego, poco hecho a estas liturgias: "Es igual el 4 que el 44. Lo importante es estar entre los 50".
Joan, el viernes, todavía en Girona, había dicho con su optimismo pachorro: «Tengo una intuición. Lo sé. Sé que este es el año». Sus vecinos pueden estar tranquilos. «Déjanos bien», le gritaban por la calle.
Muy bien. Muy bien.


EXTRA
Los futurólogos que nunca aciertan daban por vencedor a Alex Atala, del DOM de Sao Paulo. A mediodía de ayer [el lunes 29], el cocinero brasileño se apartaba del pronóstico: «Lo que quiero es que El Celler de Can Roca sea el número uno. Todos los restaurantes de la lista tienen un punto flojo, excepto el de los hermanos Roca. Y si gano lo compartiré con ellos».
Il grande Massimo Bottura estaba en un globo: "No me lo creo, pero ¿esto es verdad? ¡Mamma mia!".

Dani Redondo, de Mani, en Sao Paulo, estrenándose junto a su pareja, Helena Rizzo, entre los 50: "La alegría es doble. Por el Celler y por nosotros". Dani fue jefe de cocina de la casa de Girona, donde conoció a Helena. Una historia de amor. La cocina es una historia de amor.
Yoshihiro Narisawa necesitaba tres bocas para encajar la gran sonrisa.
René Redzepi fumaba, relajado, sabiendo que el peso de la gloria aplastaba a otros.



Comentarios

  1. Y la roca está en la cima. Me ha gustado la crónica del acontecimiento.

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  2. Avanzar sin perder de vista lo tradicional, creo que es la premisa de la familia Roca. Me ha gustado!.

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  3. Gracias a los dos. Es el restaurante más completo: 1 + 1 + 1. Siempre suman.

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